Silvio en Bolivia
Sé que habrán
crónicas del concierto de Silvio que hablen sobre el set list, el ministerio, la
entrega de credenciales, y un largo etcétera. Por eso mismo, no hablaré sobre
eso, o lo haré de manera muy tangencial. Comenzaré por el viaje físico que es –
como dice Borges – una metáfora del viaje interno y, por lo tanto, una
referencia a lo vivido por dentro y por fuera.
Unos días antes
de viajar a Santa Cruz estaba por dormir a mi hija, entramos a la cama, apagué
la luz y nos tapamos, me dijo: ven papi, me acerqué, se abrazó a mi antebrazo (me
imagino que ante la impotencia de abrazarme) y dijo: ven papi, nos abrazaremos,
nos cuidaremos… sino va a venir el zorro (mítico personaje de Dora la Exploradora).
Hoy, luego de haber ido y vuelto de Santa Cruz, al volverla a ver, me di cuenta
que es exactamente así como me siento con referencia a la música de Silvio; fui
a escucharla, a pedirle que nos abracemos, que nos cuidemos, pero, como mi hija,
yo pido que nos cuidemos cuando en realidad quiero ser cuidado, pido que nos
abracemos para que me abrace, y es que la música de Silvio es algo entre un
tren blindado y un protector solar contra la sociedad, contra el mundo, contra
todos. Es eso y es también la forma de no sentirse solo en el mundo, alejado, de
no sentirse desamparado. Su música es un padre pero también un paraguas gigante,
y cantarla entre amigos (bien o mal) es comulgar con lo más íntimo, es repartir
el pan y el vino de tu última y tu primera cena, es entonar el único himno que
aprendes de memoria, por voluntad y sin quererlo, ése que te hace ciudadano,
hermano y cómplice de un mundo paralelo. Estoy seguro que muchos asistentes al
concierto del lunes nos sentimos parte de ESO, eso indefinible, pero
completamente tangible el lunes por la noche.
Cómo no sentirse
protegido y amparado cuando un hombre que pasa 2 minutos de una canción
rabiando porque la rabia es “su” vocación, puede luego decir: “Si hay días que
vuelvo cansado, sucio de tiempo, sin para amor, es que regreso del mundo, no
del bosque, no del sol. En esos días, compañera ponte alma nueva para mi más
bella flor”. Cuántas veces he regresado del mundo y no del sol, cuántas veces
no he podido ni regresar, y sin embargo, su música (el lunes y siempre) me lleva
de vuelta a mi cuarto, a ese rincón de la casa de mi madre donde me refugiaba
del mundo, más porque le temía que por otra cosa. Como no verlo en vivo, a cincuenta
metros, y creer que ese padre protector existe y ha salido de esa persona. Ese
hombre mayor con barba descuidada, con chaqueta y sombrero, ha sacado un
paraguas del tamaño del stadium Tahuichi Aguilera y nos ha cobijado del mundo, y
nos ha traído la adolescencia y la vejez en 25 canciones.
Decía Martín
Zelaya en Página 7 que el soundtrack de nuestra vida está plagado de Silvio, y es
una gran verdad: si mi vida fuera una peli, él haría su soundtrack, o mejor
dicho, el ya ha hecho y quizá sigue haciendo ese soundtrack. Algunas de esas canciones
sonaron el lunes en la noche, y me llevaron de viaje por un cuarto oscuro, con
un cancionero en la ventana para usar únicamente la luz de la luna y descifrar
así: Te doy una canción, Ojalá o algunas de las más de 30 canciones suyas que
debo tocar a esta altura. Por ejemplo, no fue hasta que escuché El mayor cantada
en vivo en Cochabamba en 1983 (gracias a algún ciudadano del continente
silviero que grabó en un cassete a Silvio y a Vicente Feliú en vivo) que me
enamoré completamente del tema, y el lunes, mientras él la cantaba, yo volvía a
ese MP3 que me paso un amigo hace unos 7 años, y volvía a mi programa de radio
en Wayna Tambo, y mis paseos con headphones camino a El Alto; por ejemplo
también, cuando tocó Mariposas yo regresé unos quince años o más a aquel
cassette que me pasó mi amigo Harold y que contenía algunas de las “inéditas”
de Silvio… era la versión del concierto en México, creo yo que es una versión más
linda que la grabada en el disco de ese nombre o de todas las que he escuchado posteriormente.
Ese cassete fue
el descubrimiento de las famosas inéditas, esas que hasta hace unos 10 años,
aparecían por todo lado, hasta que mi amigo Ergar de la “tropa cósmica” me pasó
lo más cercano a un orden de las inéditas, es decir, una revisión mezzo exhaustiva
de conciertos, grabaciones personales de Silvio y un sinfín de cosas que permitían
dar un número finito a la cantidad de inéditas y, por lo tanto, de canciones no
escuchadas; pero ese descubrimiento era como darse cuenta que aquél continente
que uno había poblado con emoción y total seguridad, era más grande, que había
un océano en el medio, y que había que sacarse tiempo para conocerlo y dejarse
colonizar por él.
De esas, no hubo
ninguna el lunes, ni en sus conciertos de los últimos años que yo sepa. Me
imaginaba lo difícil que debe ser hacer una lista de canciones para un
concierto, con más de 800 canciones en la espalda; parece ser que hoy en día
Silvio selecciona parte de su repertorio tomando en cuenta dos factores: I) incluir
canciones del último disco, y ii) la participación de Niurka (su esposa) en los
temas, o esa sensación nos dejó a varios; pero a quién le importa cómo decida
Silvio qué cantar o qué no cantar; de hecho, podría haberse quedado una hora más
y estoy seguro que todavía estaríamos pidiendo canciones.
Es impresionante
cómo Trovarroco ha logrado hacer versiones tan evocativas de las originales,
pero al mismo tiempo tan innovadoras. Es lo mínimo que se puede decir de las
versiones de Mujeres, La era está pariendo un corazón, Canción del Elegido, De
la Ausencia y de ti o de El Necio. Estremecedora versión la que hacen de esta
última canción, que como era de esperarse estuvo entre las últimas del
concierto. Otras de las clásicas (El mayor, En el Claro de la Luna, La Maza) fueron
menos matizadas porque la versión original permite una participación más cómoda
del ensamble Trovarroco y de Niurka.
Ya casi al finalizar el concierto, Silvio tocó
La Gota de Rocío… y pude sentir otra vez esa complicidad entre su música y
todos nosotros ya que terminamos la canción haciendo la voz femenina que
responde a Silvio en la grabación original. Miles de personas cantábamos como
enseñados, como si esas horas de escuchar a Silvio hubieran ocurrido en conjunto
y no individualmente en nuestros cuartos, en nuestras camas, hace 20 años. Y creo
que es ahí donde me quedé durante las siguientes dos horas, o quizá sigo ahí… en
la cama de mi cuarto (ese que tenía en la casa de mi madre) tocando Te doy una
canción en total oscuridad, esa canción que toqué cientos de veces al pie de la
cama, con lágrimas, creyendo que hablaba con dios, creyendo que conocía el
amor, creyendo que me conocía a mí mismo. El lunes, cuando se la escuché, no
pude dejar de pensar que eso mismo salió de mi boca, y me ataba a Silvio como
un ancla, lo escuchaba decir: “Te doy una canción y hago un discurso… y digo
patria… te doy una canción con mis dos manos… te doy una canción cuando
apareces el misterio del amor… te doy una canción de madrugada cuando más
quiero tu luz”, y así fue… y así es, hoy miércoles a las 2 de la mañana, siento
todavía esa luz y siento que es cuando más quiero su luz. Gracias Silvio por
tan lindo gran concierto y por el soundtrack, gracias, muchas gracias.
Comentarios
Como le dijo Obi wan a Anaquin "You were the chosen one!!" (Tu Eras el elegido) y bueno se sabe que paso despues, asi me senti al ver el contexto de la llegada de Silvio, los abrazos y besos en despacho presidencial.
Creo que obviamente es mucho mas sano abstraer al artista de la persona, y es por eso que en lugar de ir al concierto escuche Silvio estos dias en la oficina como queriendo no ver o no saber del resto, de los entretelones las fotitos y demas, espero poder verlo en una mejor ocasion.
Por otro lado tengo la esperanza que a alguien en el gabinete le guste U2 y los traigan para el cierre de la campaña, creo que tendria menos reparos con ellos.
un abrazo
Roger