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Mostrando las entradas de febrero, 2007

SILVIO

El lunes partí de La Paz para Lima; paré un día en Arequipa y pude conocer esa bella ciudad, llegué a Lima el miércoles y me ví con algunos amigos, todo era anticipación al concierto de Silvio el jueves, hablabamos de las versiones pirata que teníamos de los conciertos más recientes, de qué tocaría esa noche, en fin... conjeturas. El concierto fue conmovedor, tocó cuatro canciones del Al Final de este viaje, mi disco favorito, yo tenía muchas expectativas, pero no sabía qué esperar, en realidad, tenía ideas, conciertos pasados, comentarios de otros amigos que lo vieron, pero era la primera vez que lo veía, la primera que podría escucharlo en vivo y verlo, estar sentado ahí, frente suyo, así sea a 35 o 50 metros. Tocó La Era está Pariendo un Corazón, y recordé una época de mi vida en la que quería tocar ese tema, quería saber todo ese disco y no podía tocar ciertas cosas, y práticaba, en fin, era jóven, recordé cómo me sentía en ese tiempo, lo que pensaba, la idea de algún día ver a Sil

SENCILLO

Un amigo mexicano me preguntó por Sencillo, una canción escrita al rededor de 1998 que da nombre a mi segundo disco ; por ese entonces, yo tocaba temas de otros artistas, y Sencillo debe ser la 2da o 3ra canción mía incluida en las presentaciones de esa época, hasta que eventualmente dejé de tocar temas de otros. Cuando salió el primer disco, Tu Sangre Triste y Oscura, los amigos que habían oido Sencillo, me preguntaban por qué no incluí Sencillo; en realidad es de una estética diferente, y esa era la razón principal; bueno al final, para deshacerme de esas preguntas, la incluí en el segundo disco, y lo llame Sencillo; que tal? simple, no?, digo... Sencillo; ahí les va la letra: Sencillo Quisiera decirte, que si te vas yo desfallezco, me siento solo estoy vacío no me pertenezco. Quisiera decirte que si terminamos me corto las venas, me tiro de un puente, me arranco los pelos. Quisiera decirte que eres una experiencia religiosa, no casi una experiencia religiosa. Pero no puedo, mi Dios